Salmos 63:7 (Nueva Versión Internacional)
7 A la sombra de tus alas cantaré,
porque tú eres mi ayuda.
Proverbios 30:18-19
18 »Tres cosas hay que me causan asombro,
y una cuarta que no alcanzo a comprender:
19 el rastro del águila en el cielo,
el rastro de la serpiente en la roca,
el rastro del barco en alta mar,
y el rastro del hombre en la mujer.
EL ÁGUILA ES COMO UN AVIÓN DE CAZA VIVIENTE. Armada con un pico curvo y garras afiladas como navajas, está pertrechada como si fuese un avión de caza. Es viento y ala, huesos, tendones y sangre. Se alimenta de carroña, es pescadora, y ladrona. El águila se lanza desde las nubes hacia el agua con la velocidad de un ciclón. Cojea sobre su nido con las garras en forma de puño, para no cortar en pedazos a sus pichones. Es majestad, poder y gracia. Es todas esas metáforas, pero es más que la suma de ellas. No sorprende, entonces, que el escritor bíblico haya dejado de comprender la fiera belleza del vuelo del águila.
David mismo usó una imagen similar, en sus salmos, acerca de estar protegido bajo las alas de Dios
Las águilas pueden elevarse hasta más de tres mil metros. Como el águila, David se remontó muy alto: alcanzó alturas de grandeza que pocos reyes alcanzaron; vestido con despojos de victorias militares y lleno de honor y gloria. Pero David olvidó que sus vestimentas eran un don de Dios. No podían esconder los pecados de un hombre de la vista de Dios.
La ropa de David, en un sentido espiritual, era sacerdotal y real. Sus pecados mancharon esa ropa e inspiraron los Salmos 32 y 51. Para apreciar las imágenes de las alas de Dios y de la divina cubierta en otros Salmos, necesitamos ver los eventos que los inspiraron. Cuán irónico y trágico es que, en un estudio dedicado a las lecciones espirituales de la vestimenta, la historia de la caída de David haya comenzado con la falta de ropa.
En el pináculo de su grandeza, David afrontó su batalla más feroz: no se peleó en el campo de batalla de Rabá sino en un pequeño espacio que se encontraba detrás de su lóbulo frontal. Satanás elige bien sus “armas”. Lo que Goliat con su lanza no pudo hacerle a David, una mujer que se bañaba lo consiguió. David olvidó la lección de su honda: cuán fácilmente se derriba a un “gigante” con una piedrecita, o aquí, con una pequeña mirada. Una piedra pequeña,y cae un gigante, Una mirada pequeña y cae un rey.
David hizo muchas cosas para “cubrir” su adulterio y evitar que se supiera.
Una mirada prohibida terminó en asesinato y casi llegó a una guerra civil. La historia de David es de un encubrimiento tras otro. La realidad es que un pecado, sin confesar y abandonar, lleva a otro mayor para esconder el anterior. David cometió adulterio y asesinato bajo el manto del poder real. Pero, los ojos de Dios ven debajo de la vestidura exterior y desnudan el corazón.
“Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado” (Sal. 32:1).
Algunas águilas tienen grandes alas, bajo las cuales pueden proteger a sus pichones. La misericordia de Dios, como las alas del águila, abriga a quienes abandonan sus pecados, no importa cuán profundamente hayan caído. Nuestro pecado puede ser borrado, pero las consecuencias del pecado a menudo no pueden ser eliminadas. David experimentó la realidad de esta verdad, con la muerte de tres de sus hijos y la violación de su hija Tamar por su medio hermano, Amnón.
Tal vez este conocimiento del vuelo de las águilas haya inspirado a David acerca de las alas protectoras de Dios en el Salmo 61. Es probable que lo haya compuesto en el exilio, cuando Absalón usurpó el trono. Declara confianza en la misericordia protectora de Dios, refiriéndose tal vez al Propiciatorio, en el Santuario. Aquí estaba el Arca del Pacto de Dios con su pueblo, con sus querubines protectores, cuyas alas extendidas protegen la Ley, la transcripción del carácter del Dios de amor. David pudo haber estado expresando el deseo de morar, por fe, con Dios en su Santuario; su alma vestida con la luz transformadora de ese amor.